POR JUSTIN BROWER - PUBLICADO 28 ABR 2022
En la primavera de 2019, Tedone recibió la petición de un becario de la galería Winterthur de tomar prestado un libro de la biblioteca para exponerlo: Adornos rústicos para el hogar y el gusto, publicado en 1857.
"Este libro en concreto era muy bonito, de color verde brillante con muchos estampados dorados. Era visualmente impresionante, pero estaba en muy mal estado", dice Tedone. "El lomo y las tablas se estaban cayendo, y la costura se había roto, así que había que restaurarlo antes de poder exponerlo".
Con el bello libro, aunque roto, bajo el microscopio, Tedone echó un vistazo a la portada. "Había una excreción negra y cerosa en la superficie, y yo intentaba arrancarla de la tela del libro con una pluma de puercoespín", dice. "Y entonces me di cuenta de que el colorante de la tela de libro se desprendía con mucha facilidad alrededor de la zona en la que estaba trabajando".
Para el ojo inexperto, esto podría parecer normal para un libro de 162 años, pero para Tedone fue sorprendente. "No parecía que la tela estuviera teñida", dice. "Me pareció que quizá la capa de almidón de la tela estaba mezclada con un pigmento". Para conocer la identidad del misterioso pigmento verde, Tedone recurrió a Rosie Grayburn, directora del laboratorio de investigación y análisis científico del museo.
Grayburn estudió primero la muestra con un espectrómetro de fluorescencia de rayos X, que bombardea el material con rayos X y mide las energías de los fotones emitidos para determinar su composición química. Esta técnica puede indicar los elementos presentes, pero no cómo están dispuestos en una molécula. Otra técnica que utiliza es un espectrofotómetro Raman que mide cómo la luz de un láser interactúa con las moléculas objetivo, desplazando la energía del láser hacia arriba o hacia abajo. Al igual que cada persona tiene unas huellas dactilares únicas, cada molécula tiene un espectro Raman característico.
La sensibilidad de estas técnicas es clave, pero igualmente importante es que no sean destructivas. "No hay que dañar las obras de arte", dice Grayburn. La fluorescencia de rayos X reveló la presencia tanto de cobre como de arsénico en el pigmento verde, un hallazgo clave, y la huella digital única de la espectroscopia Raman identificó positivamente el pigmento como el infame verde esmeralda.
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